Para el apareamiento, la hembra suele ser llevada por el macho tan pronto como se nota la desaparición del flujo sanguíneo de la vulva.
Antes del apareamiento, a veces el macho inicia un ritual de cortejo bastante largo, mientras que en la mayoría de los casos simplemente lame la vulva de la perra antes de montarla.
La hembra, si está en celo, estará disponible para el macho manteniéndose firme y moviendo la cola hacia los lados para revelar la vulva. Después de unos minutos de cortejo, los dos perros se unirán en "un abrazo largo" que puede durar hasta una hora. En este momento se asocian intensos movimientos de empuje y eyaculación de esperma: al final de los empujes los dos perros quedan fijos, continúa la eyaculación, que en esta fase es muy rica en esperma.
Después del apareamiento, el celo no cesa aunque haya tenido lugar la fecundación: por eso es mejor aislar a la hembra para no arriesgar el nacimiento de cachorros de dos padres diferentes.
El embarazo debe comenzar después del primer celo, aproximadamente al año de edad de la perra.
Perra no embarazada
Si la perra no se ha cubierto o no ha quedado embarazada, unos 6 meses después volverá a calentar: este ciclo se repetirá de forma constante y puntual a lo largo de su vida, ya que la especie canina está libre de menopausia aunque haya un cierta involución reproductiva con la edad avanzada.