Después de hablar del proceso digestivo necesario para transformar los alimentos en nutrientes, habiendo expuesto estos nutrientes ahora es necesario centrarse en los alimentos de los que se derivan los nutrientes.
Comencemos con la carne, que es la principal fuente de proteínas y lípidos, es decir, energía.
En una dieta ideal se estima administrar 25/30 g de carne de vacuno o caballo por cada kilo de animal, no superando los 450 g diarios.
También son importantes las carnes blancas, pollo o pavo, fuente de proteínas de alta digestibilidad, que se deben dar cocidas y sin huesos ni piel. Los despojos también son ricos en nutrientes, pero deben estar bien cocidos.
El pescado es una excelente fuente de proteínas, minerales y fósforo y es rico en vitaminas A y D. Fuente privilegiada de proteínas (clara de huevo) y lípidos (yema) se le puede dar a nuestro perro cocinando muy bien la clara de huevo.
Los productos lácteos deben administrarse en pequeñas cantidades casi como si fuera un manjar. No olvidemos los cereales, como el arroz y la pasta que contienen almidón.
Dado que la asimilación del almidón por parte del perro es compleja, es bueno que los cereales se den cocidos durante mucho tiempo.
Frutas y grasas
Las frutas y verduras aportan minerales y vitaminas: excelentes calabacines, zanahorias, judías verdes, guisantes, todo bien cocido y triturado.
Y por último las grasas que realizan una acción energética y son imprescindibles para la asimilación de las vitaminas A, D y E.