La capacidad mítica del gato de caer siempre de pie se debe a la acción combinada de los ojos y el aparato vestibular (oído interno).
Esta acción combinada con la capacidad de las extremidades anteriores y la columna vertebral para realizar grandes movimientos (de hecho, cada vértebra está conectada a la siguiente de una manera bastante libre) significa que el gato, incluso si se cae de un edificio de 2 o 3 pisos sufre daños marginales, precisamente por el hecho de que siempre cae de pie.
En el momento de la caída
Cuando un gato se cae, los ojos y el aparato vestibular informan al cerebro de inmediato.
Habiendo notado la posición de la cabeza con respecto al suelo, los músculos del cuello se activan haciéndolo girar, después de lo cual el resto del cuerpo procede en rotación, mientras que la cola actúa como elemento estabilizador.
El impacto con el suelo es amortiguado por las extremidades para proteger los órganos internos.