En nuestros días, especialmente viviendo en la ciudad, el hombre está cuidadosamente protegido de cualquier cambio repentino de temperatura tanto en el hogar, como en el automóvil y / o la oficina.
En la antigüedad, el hombre vivía prácticamente al aire libre y su cuerpo se endurecía para no enfermarse, lo que hoy ya no sucede: ¡con la primera ráfaga de viento, nos duele la garganta!
El hábito de vivir en lugares siempre muy calurosos nos lleva a ser:
- Cansado
- irritable
- Sufriendo de problemas circulatorios
- Cansado mentalmente
Incluso en el dormitorio, el aire no debe calentarse y, por lo tanto, es necesario asegurarse de que, durante el diseño e instalación del sistema de calefacción, intente diferenciar el calor en las habitaciones al menos 2 o 3 ° C aplicando termostatos de ambiente que también nos permiten un buen ahorro económico.
También es recomendable tener en cuenta diferentes parámetros del aire con respecto a la temperatura, la humedad, la velocidad y un microclima en el que el aire está limpio e ionizado.
Desafortunadamente, hoy se prefiere la transferencia de calor por conducción, cuando la transmisión de calor por radiación sería un método excelente y ciertamente mucho más saludable para producir calor.